
¿De dónde sacamos la peregrina idea de nominarnos y premiarnos -o, peor aún, aceptar la nominación y el premio del mundo- por cantar para Dios?
¿Será simplemente que, como parece, ninguno de los nominados y premiados realmente está haciendo su trabajo para el Señor sino para su propia fama, gloria, aplauso y reconocimiento?
Y ¿se agradará Dios en ello?
¿Acaso no es cierto que ellos crean sus propias disqueras y luego se unen y se hacen miembros oficiales de los mismos premios que ellos se inventan?
Gálatas 1:10 dice: "Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo".
28 de julio de 2010, 7:50
Muy bueno los estudios y enseñansas de casa de oracion ministerio q vasa todas sus enseñansas en la verdadera palabra de DIOS