¿Y el discernimiento dónde quedó?

Así discierne el mundo:

A los engañadores se les llama hábiles.

A los hombres fieles a su esposa y que cuidan a su familia se les llama mandilones.

A la desnudez se le llama arte.

Al robo en la administración pública se le llama bono o compensación.

A la conciencia cauterizada que conduce a la perversidad se le llama madurez y a la desvergüenza, salir del clóset.

A la mujer virgen se le llama anticuada.

Al que se divorcia por cualquier causa y se vuelve a casar se le llama ejercer su derecho a ser feliz.

A la esposa que se dedica a su familia se le llama víctima oprimida.

A la carencia de valores absolutos se le llama criterio abierto.

A un ateo que se burla de Dios se le llama intelectual.

Al aborto se le llama libertad para decidir.

A la grosería se le llama franqueza.

A quien devuelve lo robado se le llama tonto.

Al sexo extramarital con condón se le llama hacerlo con responsabilidad.

Al vestirse con ropa de marca se le llama tener éxito.

Al que tiene éxito económico se le llama hombre de buena familia.

A las mentiras se les llama estrategias de venta.

Cuán penoso es ver que este modo de juzgar las cosas está hoy también en la iglesia:

Al que quiere vivir en santidad le llaman legalista.

Al que quiere seguir a Jesús fielmente le llaman fanático.

Al que se aparta del mundo le llaman religioso.

Al libertinaje le llaman ser libre de la religiosidad.

Al permiso para pecar le llaman estar bajo la gracia.

Al caerse al suelo y temblar le llaman mover de Dios.

Al llenar estadios le llaman avivamiento.

A la diarrea verbal le llaman palabra profética.

Al deseo de poder le llaman tener una visión grande.

Al robo descarado le llaman pactar con Dios o sembrar en el reino.

A los que denuncian el pecado les llaman fariseos modernos.

A las falsas doctrinas les llaman revelaciones apostólicas.

A los antros disfrazados de iglesia les llaman reunión de jóvenes cristianos.

A lobos rapaces les llaman apóstoles.

A las congregaciones que no instauran el G-12 les llaman grupos sin visión.

A volver el estómago le llaman vómito santo.

A la metafísica le llaman confesión positiva.

Al orgullo le llaman hacer las cosas con excelencia ‘para Dios’.

A las fábulas le llaman atar el espíritu de adulterio, alcoholismo y narcotráfico.

A hacerse rico a costa de los cristianos le llaman concierto ‘para la gloria de Dios’.

A cobrar la entrada a una reunión cristiana le llaman gastos de recuperación.

A cobrar por cantar o predicar le llaman ‘el obrero es digno de su salario’.

A reprender el pecado y las conductas erradas le llaman murmuración.

A la impunidad eclesiástica le llaman ‘no toquéis al ungido de Jehová’.

Al materialismo le llaman prosperidad divina.

Al show milagrero le llaman manifestación del poder de Dios.

A una jauría de lobos rapaces le llaman reunión de apóstoles y profetas.

Jer 15:19
Por tanto, así dijo Jehová: Si te convirtieres, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos.

Mal 3:17
Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día en que yo actúe; y los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le sirve.

Mal 3:18
Entonces os volveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve.

¿Pastores o vivos?

7:49 Publicado por Circo 0 comentarios
Colombia. Crecen incontenibles las denuncias de ciudadanos por el aprovechamiento que hacen de su condición supuestos líderes espirituales del sinnúmero de iglesias cristianas que aparecen por borbotones.

Muchos fieles han perdido el miedo y están denunciando públicamente con nombres y apellidos comportamientos irregulares.

El último en aparecer con graves señalamientos fue el pastor Enrique Gómez, hoy senador en ejercicio por el Partido de la U y compañero del Movimiento Unión Cristiana del pastor Vladimir Melo, el concejal de Bogotá, quien recientemente fue detenido acusado por la Fiscalía de pagar $5.000.000 por el asesinato de su esposa, madre de sus dos hijos.

Claudia de Castellanos, senadora de la Misión Carismática Internacional, es hoy por hoy una de las campeonas del ausentismo en el Congreso. El fiscal (e), Guillermo Mendoza Diago, acaba de confirmar que son varios los procesos que hacen curso en la Fiscalía contra distintos pastores, fundadores de iglesias en todos los pueblos a lo largo del territorio nacional.

Esta extraña mezcla, aprendida de las famosas ‘megachurches’ norteamericanas, que combina oración, prédica, sanación, promesas de felicidad en esta vida y salvación en la otra, con los negocios, la difusión mediática y los réditos políticos resulta a todas luces inaceptable.

Se trata de un aprovechamiento abusivo de la ignorancia o ingenuidad de miles de personas atrapadas en sus urgencias vitales que se ven abocadas a endosarle su fe a quienes actúan como sus guías espirituales, quienes les prometen, a través de compromisos individuales y rituales colectivos que terminan convertidos en trances místicos, encontrarle solución a todos los problemas: enfermedades, carencias económicas, necesidades laborales, de vivienda o estudio y desequilibrios emocionales o familiares.

El impacto económico es grande, porque los fieles aportan diezmos mínimos de un 10% de sus ingresos, y el electoral ni se diga: los movimientos cristianos cuentan en este momento con ocho curules en el Congreso.

Todos forman parte de la coalición de Gobierno con un peso fundamental para hacer mover la balanza en cualquier sentido y consolidar mayorías. Un poder de decisión que han sabido valorar, al punto que el Gobierno creó el Comité Interreligioso Consultivo en el Ministerio del Interior y de Justicia, que les servirá muy seguramente para materializar una estrategia dirigida a conseguir prebendas tributarias, apoyo a procesos educativos y mayor acceso a recursos presupuestales y a bienes del Estado.
La fórmula es simple: Dios habla a través del pastor, el pastor maneja almas y expectativas y los feligreses aportan diezmos y sufragios. Se calcula que las iglesias cristianas mueven 4,5 millones de personas, al menos $1 billón al año, una poderosa red de espacios en radio y televisión y representación a todos los niveles del poder político.

Religión, dinero y política, una mezcla explosiva que puede ser determinante en el futuro electoral del país. Las autoridades, por más libertad de culto que exista en Colombia, están en la obligación de ponerle el ojo al funcionamiento de este macronegocio que está mas cerca de los intereses terrenales que de la salvación divina. (María Elvira Bonilla)